San Francisco, 1 de Enero del 2015. Después de pasar un hermoso día visitando el Golden Gate y Sausalito, decidimos que teníamos que conocer El Golden Gate Park. Tuvimos la gran (?) idea de parar para ver que tal estaba el parque.
Dejamos el auto en una calle que cortaba el parque, en la que estaban todos los demás autos estacionados. Habremos estado no más de 20 minutos recorriendo y nos volvimos. No había mucho para ver y no era tan lindo para seguir caminando.
En el camino, empezamos a ver todos los autos con los vidrios rotos, uno atrás de otro. Mínimo eran 10. Un sudor frío recorrió mi espalda.
Nos agarro una desesperación tremenda, empezamos a correr y, obviamente, nuestro auto no fue una excepción. Tenia el vidrio roto, nos habían robado una mochila, con las tarjetas de crédito y efectivo.
Después de un minuto de locura decidimos ir a la estación de policía y, oh casualidad, la misma estaba a 50 metros. Sí, en Estados Unidos también pasa, y así como llegamos nosotros a la comisaría, de a poco fueron cayendo los demás damnificados.
Mientras hacíamos la denuncia en la policía, llamamos a Alamo, pero como era 1 de Enero, el único abierto era el del aeropuerto, así que hacia allá fuimos.
En el medio del trayecto, llamamos a VISA para que nos repongan la tarjeta, cerca de las 18:00. Es un dato importante la hora, porque al otro día, a las 11 de la mañana, ya estaban entregándonos la tarjeta de repuesto. El servicio es impecable, hay que decirlo.
El lugar del crimen:
Cuando llegamos al servicio de alquiler en el aeropuerto nos atendieron muy bien. Nos comentaron que los robos se incrementaron muchísimo en los últimos tiempos. Mientras sacábamos todas las cosas del auto, ya teníamos una camioneta igual a la ultrajada (?) esperándonos.
Escribo esto para que estén atentos y no dejen nunca nada en los autos, vayan donde vayan. Historias de este tipo hay miles, en cualquier estado que vayan.
Lo que si vale la pena destacar, son los servicios de las tarjetas de crédito y la del alquiler del auto, que actuaron de manera impecable y con rapidez para solucionarnos una amarga situación.